Carta a un mariarmario, de Eugeni Rodríguez

(Rescato para vosotras, al hilo del post anterior, este texto de Eugeni que leí hace años y me sigue impresionando igual. Para todos los niñatos que os dirán "soy hetero" después de comeros la polla.
Y esta preciosa foto del 28J en Barcelona en la que podemos apreciar a nuestra Miquela saliendo del armario, one more time.)
CARTA A UN MARIARMARIO: A TI QUE DICES NO ENTENDER
Hoy te he vuelto a reconocer: En las miradas que buscan complicidad, en esa pose de seguridad fingida, en el miedo a la caricia, al beso, al deseo que te carcome. En esa tristeza que nunca podrás disimular, en las noches de borrachera y/o química, mendigando sexo sin que te vean. En las palabras que te ruborizan, intuyendo el placer nunca satisfecho.
Te he observado, con el descaro que da la tranquilidad y la fuerza de la coherencia. Una vez más, has desviado la mirada, apretado los puños, exagerado el gesto. Aferrado al armario de tu represión, has sido incapaz de romper el fantasma de la norma.
Ya no te quedan excusas, simplemente, vives de las mentiras que te has llegado a creer. No puedo evitar reírme cuando te oigo hablar de tu radicalidad, de tus panfletos antifascistas, de tu independentismo sin fisuras, de tu modernez a golpe de raves...Quizás debería –como tantas otras veces- preguntarte sobre tu sexualidad, tus afectos, fantasías, pasiones...pero no lo haré, no seguiré el juego heterosexista que inconscientemente has repetido tantas veces.
Sí, hoy te he reconocido, y me has dado pena, he querido decirte que la homosexualidad no es una moda pasajera, ni un capricho de los dioses. Es una parte más de tu sexualidad a la que has condenado al ostracismo, la miseria y la clandestinidad.
No te vale ya- es ridículo - con tus viscerales críticas al sistema y a la homofobia de los otros, o a esos alardes públicos de “mariconeo” donde te dejas robar un beso de militancia. Te gustan los hombres, - y lo sabes- has viajado por sus brazos, caricias, arrebatos, ternura y sexo. No intentes –como siempre- justificarte, la norma sexual, a la que tanto criticas, es compañera tuya de viaje.
Sería estúpido repetirte el discurso de la liberación gai, son demasiadas horas de charlas, panfletos, libros, manis, reuniones. Lo conoces perfectamente, eres su antítesis.
Hoy no he podido insinuarte, con esa sutileza que tanto agradeces, mis intenciones. Me resultas patético, claustrofóbico. Sabes, yo también tuve unos “amigos” que me machacaron, unos padres que se avergonzaron, y unas calles que me asustaron. No nací marcado, elegí vivir sin tapujos, defender mi opción, romper la uniformidad. No sé si es fácil o difícil, sencillamente es imprescindible luchar por el derecho a ser feliz - o intentarlo -, No voy a salvarte - para eso está la iglesia, que tanto empeño pone -. Solo quería que supieras que tu secreto no existe, que tus dudas, son la rabia de quienes peleamos contra tanta intolerancia. No le des más vueltas, se trata de una cuestión de dignidad, y sabes, sin dignidad, no se puede avanzar.